Los (nuevos) esclavos del algodón: una realidad que persiste en la industria textil
- rolandonaranjo
- 25 mar
- 2 Min. de lectura
La industria textil global enfrenta una crisis humanitaria alarmante: el resurgimiento del trabajo forzoso y la explotación infantil en la producción de algodón, llamados ahora "Los esclavos del algodón". Un informe de la ONG Transparentem, publicado por El País el 25 de enero de 2025, revela que en 18 países, incluida India, se emplea mano de obra esclava, con numerosos niños entre los afectados.

La situación en India
En el estado de Madhya Pradesh, segundo mayor productor mundial de algodón, se investigaron 90 granjas, descubriendo que casi la mitad utilizaban trabajo forzoso. Los trabajadores, endeudados con sus empleadores, reciben salarios ínfimos de aproximadamente 200 rupias diarias (unos 2,50 euros), insuficientes para cubrir necesidades básicas. Esta deuda perpetúa un ciclo de explotación que afecta a familias enteras, incluyendo a niños.

Implicaciones internacionales
Empresas reconocidas como Pratibha Syntex y Maral Oversees, que se promocionan como proveedores de algodón orgánico, están vinculadas a estas prácticas. Marcas globales como Inditex y H&M han reaccionado suspendiendo operaciones con estos proveedores y colaborando con organizaciones como la Fair Labour Association para monitorear y mejorar las condiciones laborales en la región.

Un problema global
La explotación laboral en la industria del algodón no se limita a India. En China, minorías étnicas como los uigures son forzadas a trabajar en la producción de algodón, según informes del Departamento de Estado de EE.UU. A nivel mundial, la Organización Internacional del Trabajo estima que 40 millones de personas son víctimas de esclavitud moderna, y 152 millones de niños están involucrados en trabajo infantil.
La persistencia de la esclavitud moderna en la producción de algodón subraya la necesidad de una acción concertada por parte de gobiernos, empresas y consumidores para erradicar estas prácticas. La transparencia en las cadenas de suministro y el compromiso ético de las marcas son esenciales para garantizar que la moda no se construya sobre la explotación de los más vulnerables.
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